Verinotio NOVA FASE ISSN 1981 - 061X v. 27 n. 2, Lukács: 50 anos depois, ainda - mar. 2022
Ensayo y método en György Lukács*
Essay and method in György Lukács
Francisco García Chicote**
Resumen: El artículo contribuye a las discusiones
sobre la continuidad/discontinuidad en la obra de
Lukács. Complejizando la impugnación al
pensamiento sistemático desarrollada por Georg
Simmel, Lukács sugiere ya en su obra de juventud
que el género ensayístico resulta especialmente
adecuado para una crítica humanizadora de las
alienaciones modernas gracias a sus atributos
formales. La exposición recorre las reflexiones del
filósofo en torno al género y sugiere que estas
dan cuenta de una actitud intelectual preñada de
implicancias epistemológicas, éticas y estéticas
que atraviesa de una manera significativa toda su
obra.
Palabras clave: realismo; idealismo; marxismo
occidental; alienación; crítica.
Abstract: The article contributes to the debates
on the continuities and discontinuities of
Lukács’ oeuvre. In keeping with Georg Simmel’s
critique of systematic thinking, the young
Hungarian philosopher claims that, thanks to its
formal features, the essay proves to be an
especially adequate form vis-à-vis a humanizing
critique of modern alienation. The article
examines Lukács’ ideas on the genre and
suggests that these account for a general
intellectual stance full of epistemological,
ethical, and aesthetical implications that
significantly condition his whole work.
Keywords: Realism; Idealism; Western Marxism;
alienation; critique.
Cuando algo se ha hecho problemático […], la
salvación no puede venir más que de la
radicalización extrema de la misma
problematicidad, de un radical marchar hasta el
final en toda problemática.
(Lukács,
El alma y las formas
)
1. Las dos almas
En su conferencia “Un filósofo del siglo”, pronunciada en ocasión del
quincuagésimo aniversario de la muerte de Lukács, Wolfgang ller-Funk se detuvo
en el carácter discontinuo de la obra del filósofo húngaro. A los ensayos tempranos,
sumamente significativos para un sector de la intelectualidad centroeuropea y aquí
* Las líneas siguientes presentan una versión ampliada y modificada de una contribución a la jornada
“Lukács50”, organizada por la Fundación Internacional Archivo Lukács y la Universidad Eötvös Loránd
de Budapest (LANA y ELTE, por sus siglas en húngaro respectivamente) en ocasión del quincuagésimo
aniversario de la muerte del filósofo. Originalmente, estas palabras sirvieron de “oposición” a la
conferencia principal, ofrecida por Wolfgang Müller-Funk. Queremos agradecer tanto a Müller-Funk
como a Miklós Mesterházi por los comentarios y críticas que surgieron de las discusiones tanto durante
como después del evento. Cuando, en las citas, la edición referida no es en castellano, la traducción es
nuestra, así como nuestras son todas las intervenciones entre corchetes (“[…]”).
** Universidad de Buenos Aires (UBA).
E-mail
: fgchicote@gmail.com.
DOI 10.36638/1981-061X.2022.27.2.645
Francisco García Chicote
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fueron tratados
El alma y las formas, La teoría de la novela
e
Historia y conciencia de
clase
, contrapuso Müller-Funk los trabajos tardíos, captados supuestamente por un
optimismo partidario y dogmático. El “esquema de pensamiento” que subyacería a
estos escritos de vejez tendría como presupuesto “el gran relato de la larga marcha o
el largo aliento de la historia hacia el giro dialéctico, hacia el socialismo”; un esquema,
por cierto, que no carecería de explicación histórica: Lukács sería a la vez “autor” [
Täter
]
y “víctima” de la “contundente ‘dialéctica’” de las instituciones soviéticas, ante las
cuales se habría “doblegado a más tardar desde fines de la década de 1920”. Parece
así allanado el camino a la solución de la controvertida pregunta sobre el legado de
Lukács: el suyo sería un valor histórico, un significado documental. Lukács sería un
“filósofo del siglo” porque habría intentado “leer y describir” su tiempo de diferentes
modos y porque “no podríamos entender este siglo si ignorásemos su obra,
múltiplemente fragmentada” (MÜLLER-FUNK, 2021).
La propuesta de Müller-Funk está sólidamente fundada. La idea de que en el
seno del pensamiento lukácsiano moran dos almas antitéticas tiene de hecho una larga
historia. Su origen se halla en las tempranas reseñas de
Historia y conciencia de clase
,
aparecidas inmediatamente después del libro; fue objeto de desarrollos ulteriores por
parte de figuras tanto centrales como periféricas de la así llamada “Escuela de
Frankfurt” en los años veinte, treinta, cincuenta y sesenta del siglo pasado; obtuvo un
enérgico impulso en los estudios norteamericanos abocados al marxismo occidental
durante las décadas siguientes y resultaba aún efectiva luego del cambio de siglo. La
formulación simple, abstracta, de esta idea que sirve como clave de interpretación del
filósofo húngaro puede expresarse del siguiente modo: habría en la obra marxista de
Lukács dos principios opuestos; por un lado, una perspicacia sociológica inaudita que
le permitiría bucear en las profundidades de las diversas manifestaciones modernas,
de modo que, a partir la heterogeneidad aparente de estas, saldrían a superficie
conexiones reales, concretamente operantes. Dicha sagacidad intelectual se opondría
empero de una manera patentemente trágica al recurso de a priori idealistas, que le
atribuirían a cada elemento descubierto una significación establecida de antemano y
lo valorarían con arreglo a un deber ser, o bien a una filosofía de la historia. Así afirma,
por ejemplo, en 1926 Siegfried Kracauer con ocasión a los álgidos debates que suscitó
Historia y conciencia de clase
y que estuvieron significativamente teñidos por las
luchas entre facciones al interior de los Partidos Comunistas húngaro y
ruso que
Lukács habría relegado la crítica materialista de “las cosas concretas” “a favor de su
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sistematización formal fijada en el idealismo” (en BLOCH 1985, p. 273)
1
. Huellas de
este tipo de lectura se dejan ver en Susan Buck-Morss (1981, pp. 72-75), cuya
contribución al estudio del complejo “teoría crítica” condicionó en buena medida los
trabajos posteriores. De acuerdo con Buck-Morss, la “interpretación de Lukács del
materialismo dialéctico” tendría “dos componentes”: una crítica perspicaz, negativa, de
la relación entre los modos de pensamiento burgueses y las formas de existencia
capitalistas y un concepto positivo de historia de coloraciones hegelianas, que haría
coincidir el paso del proletariado con el de la historia
2
. Todavía un cuarto de siglo más
tarde, Werner Jung (2007, pp. 88-91) lamenta que el análisis lukácsiano de las
“estructuras del mundo de la vida y el trabajo se halle contaminado, durante las
décadas de 1920 y 1930, con “una herencia idealista no superada”, que subordinaría
todo a un “
télos
histórico preestablecido”.
En cuanto esta clave dualista se aplica al problema del desarrollo teórico de
Lukács esto es, en cuanto se prueba en el plano diacrónico, da lugar a la
construcción de una, permítase la provocación, “ruptura epistemológica” entre el joven
y el viejo filósofo. Según el período de la obra que quiera recuperarse, se le atribuye
al otro rasgos idealistas. Recurriendo a un juego de palabras con el título de una
voluminosa obra de los años 50 (
El asalto a la razón,
cuya traducción literal sería “La
destrucción de la razón”), Adorno (2003a, p. 243) considera en 1958 los trabajos
lukácsianos de entonces como prueba de que el filósofo, a pesar de toda su perspicacia
juvenil, habría pactado con las instituciones soviéticas y con ello habría destruido su
propia razón. Y en otro pasaje puede leerse del mismo Adorno que “el error cardinal
de todos los trabajos ensayísticos tardíos de Lukács” sería la “deducción rigurosa” de
los contenidos a partir de una teoría sistemática (ADORNO, 2003b, p. 28)
3
. Una
1
Respecto de esta interpretación de
Historia y conciencia de clase
, que Bloch le habría comunicado a
Walter Benjamin, este le escribió a Kracauer el 3 de junio de 1926: “Reci su carta a Bloch como
confirmación de nuestras nuevas convergencias y espero en este sentido escucharlo nuevamente a usted
de manera directa, especialmente si es posible acerca de sus estudios sobre Marx” (BENJAMIN, 1972,
p. 169). Sobre la posición de Lukács en las luchas de facción al interior del Partido Comunista húngaro
en el exilio, véase (MESTERHÁZI, 2015).
2
Por su parte, Martin Jay (1984, p. 115) habla de un concepto “normativo” de totalidad que estaría en
juego en
Historia y conciencia de clase,
prueba de la “incapacidad de Lukács de superar el idealismo”.
3
En carta privada a Adorno de 1959, Kracauer se expresó en la misma línea: “Este hombre [=Lukács]
personalmente nos gustaba, que dijo cosas inolvidables sobre el tiempo cronológico y Flaubert [=
La
teoría de la novela
] es un traidor de la literatura y de su pasado (o también de su posible futuro). Por
lo menos no tenía por qué haber abandonado tan completamente la paradoja de su situación en el
comunismo” (ADORNO; KRACAUER, 2008, p. 503). Leszek Kolakowski, cuya sagaz exposición del
marxismo kautskyano habría sido ciertamente imposible sin el influjo del tratamiento que Lukács hace
de las antinomias del pensamiento burgués (cf. KOLAKOWSKI, 1982, pp. 37-65), ofrece una explicación
psicológica para el “absoluto dogmatismo” del pensador húngaro: “Lukács fue, de hecho, un verdadero
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interpretación simétricamente opuesta, que coincidiría presuntamente con
afirmaciones y reflexiones autobiográficas del filósofo, concibe los textos escritos
durante las décadas de 1920, 1930 y 1940 como ejemplos de un “protomarxismo”
(cf. OLDRINI, 2009; INFRANCA, 2013) que eventualmente habría desembocado en
cauces correctos. La preferencia, resultante de esta interpretación, por la fase madura
así esbozada causa por momentos la impresión de que esta interpretación, ante todo
en sus manifestaciones epigonales, equipara el “camino a Marx” con un camino a la
verdad.
Aquí no nos proponemos entablar una confrontación abierta con estas
interpretaciones, por lo demás tan difundidas; para una lucha en dos frentes nos faltan
las fuerzas y, en última instancia, nadie desconocerá que el desarrollo teórico de
Lukács se halla atravesado por inflexiones insoslayables que, como destaca György
Márkus (1977, p. 97), remiten a los muy diversos contextos ideológicos e históricos
en los que le tocó vivir. Pero en lo que sigue se defenderá la tesis de que en Lukács
destaca a lo largo de su vida una actitud intelectual radicalmente adogmática que se
halla estrechamente vinculada con su concepción del ensayo como forma y que habilita
una perspectiva preñada de implicancias éticas, epistemológicas, estéticas y relativas
a la teoría del arte. La crítica “ensayística” de Lukács –al menos según la construcción
que se presenta aquí puede equipararse con aquella definición marxiana de una
“critica verdaderamente filosófica”, desarrollada en el ajuste de cuentas con la
concepción hegeliana del Estado. El Marx de 25 años atribuyó a la “crítica verdadera”
la capacidad y el deber de explicar sus objetos a partir de las propiedades inherentes,
procesuales de estos, lo que, en crasa oposición al “error
dogmático
de la “crítica
vulgar” –que indignada, “lucha con su objeto” contraponiéndole un deber ser, tendría
como consecuencia la redención de los objetos mismos, su reconducción en relaciones
humanamente dignas. “Esta comprensión […] consiste […] en captar la lógica peculiar
del objeto peculiar” (MARX 1982, p. 403; traducción levemente corregida). En el plano
inmediato, este tipo de aproximación teórica a los objetos sociales implica el rechazo
de todo método apriorístico, de todo sistema de pensamiento abstracto, ajeno a su
intelectual, un hombre de inmensa cultura (al contrario que la gran mayoría de los ideólogos del
estalinismo), pero que aspiró a la seguridad intelectual y no pudo soportar la incertidumbre de una
concepción escéptica o empírica. En el Partido Comunista halló lo que muchos intelectuales necesitan:
una absoluta certeza a pesar de los hechos, una oportunidad de compromiso total que acalla la crítica
y cura toda ansiedad” (KOLAKOWSKI, 1983, p. 298).
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objeto; consecuentemente, significa la comprensión de que las categorías analíticas
constituyen derivaciones conscientes de la estructura objetiva misma del objeto en
cuestión.
4
Si bien de manera provisoria, se argumentará aquí que tal concepción
debería conformar el punto de partida en la cuestión acerca de la significación de
Lukács: si el filósofo húngaro aún detenta actualidad, ha de deberse ante todo a su
concepto de crítica. La exposición se divide en dos partes: por un lado, indagaremos,
a la luz de las reflexiones del joven Lukács sobre el género ensayo, ciertos rasgos
formales de sus escritos tempranos, ante todo
La teoría de la novela, Historia y
conciencia de clase
y el trabajo sobre Moses Hess. Luego, nos detendremos en dos
ensayos de la última fase de producción del filósofo: los escritos sobre
Minna von
Barnhelm
, de Gotthold E. Lessing, y sobre
Un día en la vida de Iván Denísovich,
de
Alexander Soljenitsin.
2. Radicalidad en la ensayística temprana
Difícilmente se aviene el tratamiento dogmático que se le adjudica con frecuencia
a Lukács con las reflexiones en torno al ensayo en cuanto forma que el propio filósofo
esbozó en el primer trabajo de
El alma y las formas,
aparecida en 1911. Allí, el ensayo
–o “la crítica”, “llamémosle provisionalmente como prefieras” (LUKÁCS, 1985, p. 16)
se halla concebido en estricta oposición al pensamiento científico sistemático. Lukács
sigue los pasos de Georg Simmel: para el berlinés, “el sistemático” considera tanto el
elemento singular como asimismo el todo en términos de una cosa lista, terminada,
una forma fija sacada de formas fijas, ordenadas según un principio arquitectónico-
unitario que, por así decirlo, asigna previamente su sitio a todo elemento que quepa
concebir” (SIMMEL, 2005, p. 81). Debido a su forma abierta, al carácter
irrebasablemente provisorio y fragmentario de sus afirmaciones, a su dedicación
incondicional a lo concretamente existente y sus relaciones reales, al recurso al humor
4
Se trata esta última de una idea difundida. Remitiéndose a Hegel, Fredric Jameson expresó esta idea
en 1971 de la siguiente manera: “el pensamiento dialéctico [es] un modo en que un cierto tipo de
material se eleva a la conciencia, no solo como el objeto de nuestro pensamiento, sino también como
un conjunto de operaciones mentales propuestas por la naturaleza intrínseca de ese objeto particular”
(JAMESON, 2016, p. 249; traducción levemente modificada). Refutando el difundido prejuicio de que
operaría en Hegel un “método”, Stephen Houlgate afirhace unos años que “dado que el ‘método’
dialéctico no es nada más que la manera en que la categoría del ser se desarrolla en categorías
ulteriores, solo podemos entender lo que ese método ha de ser cuando llegamos a entender el curso
de dicho desarrollo. No puede haber un entendimiento
a priori
de ese método” (HOULGATE, 2006, p.
35). En la misma línea, José Chasin había advertido en la segunda mitad de la década de 1990 contra
el error de adscribirle al pensamiento marxiano una “disposición operativa
a priori
de la subjetividad,
consustanciada por un conjunto normativo de procedimientos llamados científicos” (CHASIN, 2015, p.
99).
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y la ironía, a su rechazo de todo lo cargado de destino y lo definitivo, el ensayo se
halla para Lukács en condiciones tanto de alcanzar la meta no buscada” que por
cierto constituye la meta por antonomasia, “la vida” (LUKÁCS, 1985, p. 30), como de
desenmascarar en cuanto “conclusión barata” las “pequeñas consumaciones de la
exactitud científica” y su permanecer en “todo lo aparentemente positivo e inmediato”
(LUKÁCS, 1985, p. 37). Si bien de una manera confusa, el joven filósofo insinúa que el
ensayo podría descubrir no solo la naturaleza enajenada de ciertas objetivaciones, sino
también la conciencia alienada que de ellas se sigue. La reticencia de esta forma a
aplicar modelos epistemológicos cerrados y definitivos reclamaría un tratamiento
inmanente, radical de los objetos, un abordaje que conduciría, para Lukács, a la
redención de estos: “Cuando algo se ha hecho problemático […], la salvación no puede
venir más que de la radicalización extrema de la misma problematicidad, de un radical
marchar hasta el final en toda problemática” (LUKÁCS, 1985, p. 35). Lo singular y su
constitución peculiar constituyen el alfa y el omega del ensayo, de ahí su flexibilidad y
diversidad. Es por tanto consecuente Lukács cuando defiende la tesis de que la
actualidad crítica del ensayo no se esconde en los contenidos que en cada caso pueda
proveer, sino en la
forma
: “El ensayo es un juicio, pero lo esencial en él, lo que decide
de su valor, no es la sentencia (como en el sistema), sino el proceso mismo de juzgar”
(LUKÁCS, 1985, p. 38).
El decisivo influjo que los escritos tempranos de Lukács ejercieron sobre su
generación proviene sin lugar a dudas de la naturaleza ensayística de estos. No era
infundado el temor de Max Weber de que
La teoría de la novela
, a causa de su
“inclinación ensayística”, le cerraría a su autor el camino a la habilitación y con ello a
una vida académica (cf. LUKÁCS, 1982, p. 223)
5
. Ya en el título propuesto por Lukács
y rechazado por el editor se mostraba el carácter transgresor, provocador por
contradecir al ethos de un “trabajo sistemático”, como es debido” (LUKÁCS, 1982).
Posiblemente inspirado en Simmel, Lukács habría querido nombrar el ensayo,
originalmente concebido como introducción a un libro nunca acabado sobre
Dostoievski, “La filosofía de la novela”, lo que revelaría la intención de poner en
diálogo dos ámbitos de existencia inconciliables para las teorías sociales y
5
El 14 de agosto de 1916, Weber le escribió a Lukács: “Puesto que su repentina inclinación a
Dostoievski parece darle razón a aquella opinión [= la de Emil Lask: ‘Lukács es un ensayista nato, nunca
se quedará en el trabajo sistemático (adecuado); no debería por lo tanto conseguir la habilitación’], odié
este trabajo suyo [=
La teoría de la novela
] y lo odio aún” (en LUKÁCS, 1982, p. 372).
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humanísticas dominantes por entonces: el ámbito del sentido del “alma”, los
“valores”, las “formas”– y el de su carencia absoluta, la mera facticidad de la
cotidianidad.
6
Al subsumir de manera abiertamente problemática la abarcadora
“carencia de patria” de la modernidad en sus diferentes categorías formales (héroe,
acción, ambiente etc.), el género novela tendría la capacidad de introducir “la fragilidad
quebradiza de la estructura del mundo en el mundo de las formas” (LUKÁCS, 1985, p.
306). Así, el sentido de los elementos de la cotidianidad no es postulado con arreglo
a un deber ser que se les contraponga o un esquema arquitectónico-sistemático lo
que necesariamente conduciría al “estrechamiento” y “disipación” de las cosas mismas
(LUKÁCS, 1985), sino que es desarrollado a partir de la propia lógica de tales
elementos. J. R. Bernstein, para quien la problematización formal que la novela logra
de la alienación moderna constituye una toma de posición en última instancia “no
estética, sino ética” (BERNSTEIN, 1984, p. 76), formula la “metafísica” de este género
de la siguiente manera: “la novela es
inmanentemente
crítica del mundo social creado
por el capital, y teóricamente antinómica (problemática). La novela tanto expresa como
es
la crisis de la cultura del capital” (BERNSTEIN, 1984, p. 84; el énfasis en
“inmanentemente” es nuestro)
7
.
Salta a la vista el paralelismo entre el “principio de estilización” de la novela y
ethos del ensayo: ni en el uno ni en la otra, el rechazo a un deber ser prescripto, a una
arquitectónica formal conduce a una glorificación de lo “meramente subjetivo”, cuyos
trazos esenciales, para citar nuevamente a Simmel, son “aislamiento y contingencia
interior” (SIMMEL, 2005, p. 71). Al igual que la novela, el ensayo no configura ninguna
experiencia arbitrariamente subjetivada, se prueba más bien como una herramienta
6
Véase la entrevista que Kristóf Nyíri le hizo a Arnold Hauser en 1975: “
La teoría de la novela,
que en
varios aspectos figura entre los escritos s logrados de Lukács, debería haberse titulado
La filosofía
de la novela
. Pero [Max] Dessoir, que en aquel entonces publicaba la
Zeitschrift der Aesthetik
[Revista
de estética], donde debía salir el trabajo, tuvo ciertos reparos acerca de la vinculación de la palabra
‘filosofía’ con cosas como ‘novela’ y conceptos parecidos. Entonces sugerí a Lukács poner el título más
acorde con el contenido de
La teoría de la novela
. En seguida aceptó la sugerencia” (en HAUSER, 1979,
p. 44). Acerca del carácter “espiritualista”, idealista-subjetivo y “trágico” de la incipiente sociología
centroeuropea, véase el trabajo de (LENK, 1964).
7
Una posición similar es defendida por Mesterházi cuando designa al género novela como “musa
paraolímpica”: “El carácter problemático de la novela, el hecho de que uno arribe a un punto al leer
La
teoría de la novela
en el que es dominado por la sugestión de que las discusiones solo pueden concluir
en que es inimaginable que sea arte algo que por obra de su
principium stilisationis
vadea tan
profundamente en un mundo enemigo del arte, es solamente el otro lado de aquello de que la novela
es un detective en búsqueda de nosotros, un detective que, como alguien lo dijo [=Ernst Bloch], debe
ser
homogéneo
con el mundo inferior en el que busca nuestras huellas (MESTERHÁZI, 2019, p. 15;
énfasis nuestro).
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adecuada frente al mundo objetivo alienado, precisamente porque conforma el factor
elevado a conciencia de este mismo mundo. “La suya”, afirma Adorno en 1958 con
relación a la forma ensayística, “no es la vaga apertura del sentimiento y el estado de
ánimo [
Stimmung
], sino la que debe el contorno a su contenido” (ADORNO, 2003b, p.
27). Y remitiéndose al concepto de “segunda naturaleza”, decisivo para la teoría
lukácsiana de la novela, considera que el “tema propiamente dicho” del ensayo es “la
relación entre la naturaleza y la cultura”: No en vano se sumerge […] en los fenómenos
culturales como en una segunda naturaleza, una segunda inmediatez, a fin de superar
la ilusión de esta a fuerza de tesón” (ADORNO, 2003b, p. 29-30).
Insoslayables son las huellas que los escritos tempranos de Lukács dejaron en
sus lectores contemporáneos de lengua alemana. El complejo intelectual que suele
designarse con las imprecisas etiquetas de “marxismo occidental” o “teoría crítica”
debe muchas de sus credenciales a
La teoría de la novela
e
Historia y conciencia de
clase
. En lo que concierne a la primera, esta valió como un “libro de culto” para Leo
Löwenthal, Max Horkheimer y los ya mencionados Adorno, Benjamin, Bloch y
Kracauer.
8
Tómense al pasar dos conceptos nodales desarrollados allí, que
condicionaron en buena medida numerosas argumentaciones en estos pensadores. Por
un lado, el “desamparo trascendental”, como posición subjetiva característica en un
mundo sin “conexión”, es decir en el mundo de relaciones burguesas. El concepto
resultó particularmente fecundo en la obra de Kracauer, no solo en su crítica ideológica
de los sectores medios durante el período de entreguerras, sino también en su
construcción epistemológica de la extraterritorialidad”, a menudo malentendida como
precursora de concepciones posmodernistas. El abordaje crítico de relaciones
alienadas, en fragmentadas y que se mueven autónomamente exige para Kracauer
un sujeto que de algún modo sea homogéneo con dichas relaciones: un
“extraterritorial”.
9
Por otro lado, la categoría, estrechamente vinculada con el
8
“Era para todos nosotros un libro de culto, que prácticamente sabíamos de memoria”, así se expresó
Löwenthal en 1990 (LÖWENTHAL; KRACAUER, 2003, p. 271).
9
Amparándose en una lectura simplificada del concepto de “extraterritorialidad”, la recepción americana
y alemana de la obra de Kracauer suele ver en el autor un posmoderno
avant la lettre
”, lo que
necesariamente conduce a desestimar e incluso a menudo negar la importancia de Lukács, Marx y
Hegel en sus escritos (cf. MÜLDER-BACH, 1998). Por el contrario, para Löwenthal, el reparo de Kracauer
de defender posiciones teóricas definitivas esto es, el principio por antonomasia de la crítica
“extraterritorial”– se halla estrechamente vinculado con la concepción lukácsiana de la modernidad:
“Pero no se trata de un compromiso absoluto, pues Kracauer quiso evitar la naturaleza definitiva del
compromiso absoluto. Se caracterizaba a sí mismo en un cierto sentido como desamparado. Demos en
este punto un pequeño salto atrás en la historia: en octubre de 1923, en ocasión de la boda con mi
primera mujer, recibí una carta de felicitaciones dentro de un sobre decorado por Kracauer y Adorno
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desamparo, de la “segunda naturaleza”: esta refiere a la constelación osificada de las
objetivaciones modernas y conforma el fundamento de las teorías de la alienación,
desarrolladas más tarde. Aquí también cítese solo un ejemplo: el concepto de segunda
naturaleza ha servido a Adorno de diversas maneras, desempeña por caso un rol
considerable en su crítica de Auschwitz de 1966 (cf. ADORNO, 2005, p. 325ss.).
Otra conmoción intelectual fue
Historia y conciencia de clase
y el análisis, allí
desarrollado, del fetichismo de la mercancía en cuanto forma de existencia que
trasciende ampliamente los límites de la esfera económica y articula una totalidad
social alienada. Por más teñido de trazos mesiánico-optimistas que resulte, el intento
por parte de Lukács de captar la emergencia y el despliegue de una conciencia no
alienada
a partir del proceso de enajenación mismo
significó un enorme progreso
intelectual con respecto al entendimiento de las relaciones capitalistas y contribuyó a
una serie de nuevas interpretaciones resáltese: contradictorias al dogma del Partido
de la obra de Marx, que aún hoy resultan actuales, ante todo la concepción del capital
como sujeto automático de la reproducción del ser social.
10
Tales impulsos teóricos en
la obra de Lukács surgen de una combinatoria peculiar de teorías, conceptos y
corrientes intelectuales generales, es decir de una constelación cuya lógica no proviene
de ningún sistema preestablecido, sino de la peculiaridad del objeto a cuyo servicio se
pone. Los escritos s importantes de la colección –aquellos redactados “en una
época de involuntario ocio”, esto es, durante la prohibición de trabajo dictada contra
Lukács en el verano de 1922 por el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista
11
con el remitente: Cuartel Principal General de la Oficina de Beneficencia para Desamparados
Trascendentales, y además con letra de Teddie [=Adorno]: ‘Kracauer y Wiesengrund. Dirección General
de la Oficina de Cuidado para Desamparados Trascendentales’. Naturalmente, era una referencia al
‘desamparado trascendental’ de
La teoría de la novela
de Lukács. Pero ‘desamparado trascendental’
siguió siendo una adecuada categoría para Kracauer” (LÖWENTHAL; KRACAUER, 2003, p. 275-276).
10
Según Michael Heinrich (2017, p. 14),
Historia y conciencia de clase
constituye uno de los precursores
destacados en la discusión sobre la teoría marxiana del valor. Acerca de las luces y sombras del
“optimismo mesiánico” en el libro, ase el trabajo de Tamás Krausz y Mesterházi, en particular su
tratamiento del idealismo de Lukács como una “brillante limitación” históricamente condicionada:
“Lukács no estaba solo en ‘mezclar’ el desarrollo de la conciencia de clase proletaria y la realización de
la identidad sujeto-objeto […] porque tal abordaje provenía de la actitud mesiánica del período.
No
estamos hablando aquí de ningún error lógico o conceptual, sino de las brillantes limitaciones del
período
. Después de todo, no puede negarse que el ‘emocionalismo mesiánico’ del período fue un
terreno fértil para el resurgimiento de aspectos críticos, humanistas y no especializados del pensamiento
marxiano, esto es, aquellos aspectos que se encontraban en declive en la tradición marxista. La
disminución de esta expectativa y esta perspectiva condujo al hecho de que no solo los bolcheviques,
sino también el propio Lukács comenzara a sentir que
Historia y conciencia de clase
ya no era actual.
La teoría fue confrontada con un nuevo problema […], el de la situación ‘postrevolucionaria’” (KRAUSZ;
MESTERHÁZI, 1993, p. 162, nuestro énfasis).
11
Cf. (LUKÁCS, 1969, p. XLIII). Para esta prohibición y las intrigas vinculadas con ella de la década de
1920 véase Mesterházi (2015).
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“La cosificación y la conciencia del proletariado” y “Observaciones de método acerca
del problema de la organización”, articulan de manera inaudita una noción de
cosificación de tinte simmeliano, una concepción de la personalidad que va mucho más
allá de Dilthey y desemboca en Goethe, los tipos ideales de Max Weber, un concepto
de la forma mercancía inspirado en Marx, el pensamiento estético de la filosofía clásica
alemana y las categorías hegelianas de subsunción y mediación… todos estos
fragmentos teóricos, arrancados de su conexión original, se hallan allí
refuncionalizados con miras a la captación de la peculiaridad de la relación sujeto-
objeto en el capitalismo y su superación. La construcción conceptual de estos escritos
puede graficarse con la imagen que Adorno ofrece para el modo general con que la
forma ensayo usa los conceptos. Lukács se comporta como alguien, que “en un país
extranjero se ve obligado a hablar la lengua de este en lugar de ir acumulando sus
elementos como se enseña en la escuela. Leerá sin diccionario” (ADORNO, 2003b, p.
23). Resulta propia de esta manera de aprender su distendida y despreocupada
exposición al error, “al que la norma del pensamiento establecido teme como a la
muerte” (ADORNO, 2003b). No debería pues sorprender si Lukács comienza su
Derrotismo y dialéctica
–es decir, la “defensa”, escrita entre 1925 y 1926 pero nunca
publicada en vida, de
Historia y conciencia de clase
con la siguiente observación:
Si hubiera habido una discusión que no dejara ninguna piedra sobre la otra
al interior de mi libro, pero que implicara un progreso en este sentido, yo me
habría alegrado en silencio por este progreso, y no habría defendido ni una
sola afirmación de mi libro. Mis críticos se mueven, empero, en la dirección.
opuesta (LUKÁCS, 2015b, p. 17)
Lukács parece un extranjero, un permítasenos decirlo con las palabras de
Simmel “por esencia movible”, que “no se liga orgánicamente […] a la fijeza del
parentesco, de la localidad, de la profesión” (SIMMEL, 2014, p. 655)… ni siquiera en
sus propios escritos se siente en casa. Ningún modelo epistemológico fijo es
perseguido, se trata más bien de una actitud osada, llena de riesgos, que toma su
fuerza de la carencia de patria del ensayo en cuanto género. Para un procedimiento
tal no hay un camino prescripto, su consigna parece ser más bien, como el viejo Lukács
una vez sugirió,
Je prends mon bien je le trouve
”, tomo mi bien donde lo encuentro
(cf. LUKÁCS, 1974, p. 36), y lo que es encontrado en el camino es la meta no buscada,
que se prueba empero mucho más rica y mucho más preñada de responsabilidades
que lo fue ambicionado al principio.
El rechazo, por parte de Lukács, de toda perspectiva propia de una filosofía
del futuro se halla en consonancia con esta actitud ensayística y es, al menos desde la
Ensayo y método en György Lukács
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década de 1920,
continuo
y
explícito.
Ya en la conferencia “Vieja y nueva cultura”,
redactada en la víspera de la declaración de la República de los Consejos, el futuro
comisario conside“ridículo” todo “intento de previsión” respecto de las relaciones
sociales venideras (LUKÁCS, 1973, p. 86). Y en el rico análisis del neohegelianismo
radical, que el filósofo publicó con el título de “Moses Hess y los problemas de la
dialéctica idealista” en 1926, los “rasgos de épocas históricas construidos
apriorísticamente” son despreciadas en tanto constituyen “diferenciaciones
dentro del
concepto
, que luego son aplicadas con suma violencia a la realidad histórica”
(LUKÁCS, 2005, p. 186). Las contradicciones, que resultan de toda filosofía del futuro,
entre lo abstractamente pensado y lo que concretamente es propician para Lukács no
solo un enfoque pasivo y contemplativo, sino también una actitud llena de
compromisos e incluso
reaccionaria
:
[T]odo utopismo abstracto, precisamente en la medida en que es
abstractamente utópico, tiene que hacerle más concesiones a la empiria
superficial que un realismo verdaderamente dialéctico: tiene que absolutizar
formas transitorias del presente, tiene que fijar la evolución en tales
momentos del presente, tiene que volverse reaccionario. (LUKÁCS, 2005,
p.182)
La implicancia política del enfoque epistemológico que Lukács le atribuye en este
ensayo a un “realismo dialéctico” se asemeja a la radicalidad que Adorno le arroga al
ensayo en cuanto género treinta años más tarde: este sería “radical en el no
radicalismo, en la abstención de toda reducción a un principio, en la acentuación de lo
parcial frente a lo total, en fragmentario” (ADORNO, 2003b, p. 19). Condice con el
punto de vista del ente concreto, que Lukács reclama para una verdadera filosofía, la
identificación, insinuada en el ensayo sobre Hess, de la crítica auténtica con la linterna
de Diógenes, que hurga “en la pila de bosta de mentiras que constituyen la religión y
la política, para descubrir todavía allí, de ser posible, algunos objetos aprovechables”
(LUKÁCS, 2005, p. 191)
12
. Lukács vuelve sobre esta cuestión en los años sesenta, pero
ahora en el marco de su teoría ontológica del ser social. Señala allí en qué medida
todo enfoque abstractamente utópico supone una “eliminación total” en el
pensamiento “del ser humano individual realmente vivo” y, siguiendo a Marx, afirma
12
En este punto simplemente menciónese que Michael Löwy arriba a una conclusión antitética. De
acuerdo con Löwy, la argumentación en Moses Hess y los problemas de la dialéctica idealista” esconde
una supuesta justificación de la opresión soviética: “Luego de una fase utópica-revolucionaria que duró
de 1919 a 1921 y un breve pero monumental clímax de realismo revolucionario desde 1922 a 1924,
Lukács se aproximó desde 1926 al realismo puro y simple y, en consecuencia, en un plano político a la
Realpolitik
no revolucionaria de Stalin. Su ‘Moses Hess’ de 1926 tuvo implicancias de largo alcance:
proveyó la base metodológica para su apoyo al ‘Termidor’ soviético” (LÖWY, 1979, p. 196).
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que precisamente una evasión crítica del utopismo abstracto posibilitaría la detección
de elementos concretamente existentes en los cuales el camino a la superación de las
alienaciones estaría ya latente (LUKÁCS, 2013, pp. 65-6)
13
.
3. Lessing y Soljenitsin en el último Lukács
Esta suerte de crítica pervive inequívoca y activamente en el último Lukács. Se
muestra por ejemplo en dos trabajos de la década de 1960 que han llamado poca
atención, en particular porque conforman una suerte de textura contrapuntística con
los escritos de juventud que hemos comentados arriba. Nos referimos al ensayo sobre
el
Minna von Barnhelm
de Gotthold Ephraim Lessing, de 1963, y al que trata sobre
Un
día en la vida de Iván Denísovich,
de Alexander Soljenitsin, de 1964.
Destaca ante todo un rasgo común. Lukács enfatiza en ambos casos que las
obras tematizan explícitamente el carácter transicional de sus períodos, es decir, su
carácter de “punto medio”: ciertas estructuras, relaciones y modos de comprensión
sociales ya no existen o ya no resultan eficaces y las formaciones venideras solo
pueden ser esbozadas como posibilidad, como latencia. Contradice los muchos
prejuicios que le atribuyen a Lukács una concepción teleológica, cerrada y con ello
autoritaria del proceso histórico este interés por tiempos ambiguos, en los que el
presente es comprendido como un campo de fuerzas inestable, preñado de pasado y
posibilidades de futuro. En este punto, Lukács parece estar siguiendo sus propios
pensamientos, desarrollados en escritos tempranos e inequívocamente inspirados en
Simmel, acerca de la modernidad como movilidad incesante. Ya en 1918 había
descripto el presente como una época de “distensión” del estado de las cosas, como
un tiempo de crisis, en el que el curso de la realidad pierde la direccionalidad unívoca”
que presenta en momentos “entumecidos”. El moderno es un tiempo en el que “parece
como si uno estuviese colocado nuevamente frente a una elección, como si uno debiera
nuevamente decidir acerca de si ha de permanecer en el camino una vez tomado de
nuestra realidad o si pisa un sendero que, de acuerdo con su esencia, le es ajeno a
uno” (LUKÁCS, 2020, p. 222). Y en otro contexto, en el que Lukács se ocupa de la
contribución teórica de un Simmel recientemente fallecido, se insinúa que estos
períodos de transición reclaman, por obra de la expresa corrosión de las formas
13
Tal exploración daría lugar a la “perspectiva […] de formar un representante, un órgano de la
genericidad ya no muda”, una perspectiva que consecuentemente no sería “un afecto subjetivo del tipo
de la esperanza, sino el reflejo consciente y la ampliación del propio desarrollo objetivamente
económico” (LUKÁCS, 2018b, p. 296).
Ensayo y método en György Lukács
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espirituales y materiales que en ellos se encuentran y ya se muestran como obsoletas,
una filosofía al servicio de lo concretamente vivo, de lo latentemente posible, una
filosofía que no tendría “centro” alguno, que “solamente sería ‘experimento’ y ninguna
conclusión”, cuya trabazón “laberíntica” proveería una formulación más adecuada que
la proveniente del “eterno a priori” del sistema, “que violenta la plétora de la vida”
(LUKÁCS, 2018a, p. 634-637)
14
.
El propio Lessing encarnaría un momento en tensión de la Ilustración: en su
obra, la “estrechez y la timidez” de los primeros impulsos ilustrados alemanes están
superadas, pero la clara perspectiva aún no se ha “turbado” “por causa de la
contradictoriedad interna del reino de la razón” (LUKÁCS, 1968, p. 29). Su
Minna von
Barnhelm
configuraría a su vez una situación crítica en la que dos amantes
“desamparados” ansían una vida digna. No hay, sin embargo, camino claro que
conduzca a ella, pues los sistemas morales de los que los personajes disponen una
incondicional obediencia “de cadáver” a las autoridades
versus
un desenfrenado
aventurerismo epicúreo se hallan en conflicto el uno con el otro y resultan ambos
abstractos, obsoletos y ajenos a la vida. Los amantes se ven entonces forzados a librar
una batalla “ética” en dos frentes contra estos antitéticos principios y mandamientos,
es decir una lucha que les exige una intensificación, cimentada en la praxis, de la auto-
reflexividad y una movilización consciente y coordinada de sus diferentes capacidades
individuales independientemente de si tales intensificación y movilización conducen
a una superación de la alienación o, por el contrario, a la emergencia de nuevas y más
complejas enajenaciones, o a una recaída en viejas etc. . Así se configura, para Lukács,
la superación ética de la moral en la comedia de Lessing: “Mientras que en las épocas
de dominio único y absoluto de un sistema moral parece cosa obvia el seguir sus
mandamientos”, cuando “los seres humanos se ven puestos en la alternativa entre dos
sistemas en pugna, tienen que arbitrar una decisión y están obligados y dispuestos a
obtener de ella todas las consecuencias. […] De este modo nace el comportamiento
ético de los conflictos entre deberes morales (LUKÁCS, 1968, p. 33)
15
.
En la novela corta de Soljenitsin se trataría de los intentos de superación del
14
Este no es el lugar para indagar en detalle las dimensiones del concepto de transición en Lukács.
Pero señálese como prueba de que tal concepto opera de manera significativa a lo largo de su obra su
presencia en los escritos sobre literatura de la década de 1930, por ejemplo en las reflexiones sobre la
sátira, de 1932, y en el ensayo sobre la novela como epopeya burguesa, de 1934.
15
Oldrini (2010) ha mostrado en qué medida este ensayo constituye un impulso temprano para el
proyecto, apenas esbozado, de la
Ética
de Lukács.
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período estaliniano, apenas incipientes, sobrios y acompañados de muchas
dificultades. El escritor ruso, en cuya obra Lukács divisa un posible renacimiento de
la literatura rusa por entonces reducida a mera manipulación, habría logrado, a partir
de la configuración de la vida en el Gulag, dar con un símbolo de la cotidianidad en la
era estaliniana. Aquí también el presente es concebido como un campo de fuerzas
preñado de efectos recíprocos en el que ninguna dirección establecida de antemano
resulta útil. Las figuras heroicas, que nutren su propia conciencia con una resistencia
marmórea, cimentada en principios preestablecidos, a la degradación, avanzan
inexorablemente a la ruina. Para conservar la vida en el Gulag, cada decisión ha de
descansar más bien sobre una investigación lo más imparcial y objetiva posible de los
medios disponibles. Por ello remarca Lukács la importancia de la realidad en
Soljenitsin, es decir de
los seres humanos concretos y las cosas concretas
: “Cada
detalle va cargado con la alternativa morir-seguir-viviendo; cada objeto puede
desencadenar destinos salvadores o catastróficos” (LUKÁCS, 1974, p. 23). Este
permanecer en el mundo cotidiano, este aferrarse incondicional al análisis de la
estructura objetiva de las cosas que rodean a los seres humanos constituiría en
Soljenitsin una por cierto extremadamente agudizada prueba de que el hacia
dónde” y el “para qué” se hallan siembre abiertos y como continuo experimento. El
ahora viejo filósofo sigue siendo fiel a sus pensamientos de juventud: “[T]odo juicio
más ambicioso sobre el estilo del período que se acerca, todo juicio que intente
anticipar el futuro”, dice en este ensayo, será teóricamente vacía escolástica y
artísticamente una chapucería” (LUKÁCS, 1974, p. 34).
Ambos ensayos se remiten a los escritos tempranos, si bien de un modo implícito.
La cuestión central es siempre la de la alienación y su superación,
16
y Lukács se sirve
para ello de una categoría de la mediación que fue formulada programáticamente ya
en la fase de
Historia y conciencia de clase
. El rebasamiento de la vida degradada,
escribe Lukács en 1923, “no es nada que se introduzca desde fuera (subjetivamente)
entre los objetos, ni un juicio de valor o un deber-ser que se contrapusiera a su ser
correspondiente,
sino que es la manifestación de la estructura cósica, objetiva y propia
de esos objetos mismos
(LUKÁCS, 1969, p. 180)
.
Pero también en otros sentidos se
16
Es indiferente en este punto con qué término se coloca el problema. Por ejemplo, el “único
pensamiento” de Lukács sería para Márkus la cuestión de la posibilidad de una
cultura.
“La cultura fue
el ‘único pensamientode la vida de Lukács […]. La cuestión de la cultura fue siempre idéntica para
Lukács con la cuestión de la
vida
, o, para decirlo en sus propios términos, con ‘el sentido inmanente en
la vida’” (MÁRKUS, 1977, p. 97).
Ensayo y método en György Lukács
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vinculan estos escritos con los ensayos de las décadas de 1910 y 1920. La
interpretación lukácsiana de
Minna von Barnhelm
vale como una auténtica revisión,
incluso una inversión de las premisas de varios pasajes de
El alma y las formas
,
especialmente aquellos presupuestos sobre los que se construye el concepto allí
desarrollado de tragedia. En el ensayo de 1963, Paul Ernst el dramaturgo trágico
glorificado por Lukács en 1911 es refutado sin reparos, y se afirma que en Lessing
la comedia alcanza un potencial crítico más elevado que la tragedia gracias a su
flexibilidad y movilidad: el drama del ilustrado rebasaría las tendencias osificadoras y
las concepciones morales falsas que derivan de ellas y que encuentran en la tragedia
una expresión legitimadora. Superaría tales alienaciones al
no permitir que ninguna
tesis, ninguna formulación se fije y se complete
:
Como la composición de la entera comedia tiende a superar (en el triple
sentido hegeliano), mediante una movida oscilación, las falsas concepciones
moralizadoras, las tendencias de la moralidad estoica a la rigidez, en nombre
de una ética auténticamente humana, no es posible que ninguna formulación
intelectual pueda fijarse definitivamente a ese nivel de los conceptos,
terminada y perfecta. Cada una de ellas se sumerge en las corrientes de
contraefectos humanos y éticos. (LUKÁCS, 1968, p. 45-46)
La forma móvil, en extremo dinámica de la comedia se aproximaría a la estructura
fluida, siempre cambiante de los cuentos de hadas (LUKÁCS, 1968), el género que
Lukács consideró en su juventud como alternativa a la tragedia y con ello como
expresión de la posibilidad de una vida dichosa.
17
Pero la comedia en Lessing lograría
la configuración de una atmósfera llena de oxígeno no por obra de la magia y la evasión
en la maravilla, sino gracias al permanecer en la empiria y al incansable y riesgoso
trabajo con las cosas que en ella existen de manera concreta (LUKÁCS, 1968, p. 49).
Trazos propios de los cuentos de hadas pueden encontrarse también en el
ensayo sobre Soljenitsin: uno se tropieza aquí y allá con insinuaciones sorprendentes,
emergen invitaciones a un modo de pensar transgresor sin otra limitación que el
respeto a los objetos concretos. Piénsese por ejemplo en la referencia positiva a el
escritor soviético antiestalinista Victor Nekrasov, o la afirmación, parcialmente irónica
y que funciona en todo el texto como un
basso ostinato
, de que las mejores
manifestaciones del realismo socialista serían las de la década de 1920, esto es, antes
de que le asignara al concepto un contenido normativo, incluso un nombre. O piénsese
17
Véase por ejemplo el fragmento escrito hacia 1910 La estética del ‘romance’. Tentativa para una
fundamentación metafísica del drama no trágico”, o la versión más breve, publicada al año siguiente,
“El problema del drama no trágico”. Allí, la forma dramática que supera a la tragedia se concibe como
“una aproximación […] al cuento maravilloso” (LUKÁCS, 2015a, p. 131).
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en los elementos que conforman una textura contrapuntística con los escritos
tempranos. Destaca por un lado el recurso de su viejo ahora empero con una nueva
formulación concepto de segunda naturaleza: la novela corta lograría una
representación de las instancias sociales de la era estaliniana que descubriría el
carácter fetichista de estas. Por otro lado, se trata nuevamente de una reflexión
filosófica sobre las posibilidades expresivas de un género épico, esta vez la novela
corta.
18
Lukács propone la tesis en extremo provocadora de que la novela corta en
cuanto género estaría en condiciones de configurar literariamente un mundo histórico
al que la épica grande la novela
ya no o aún no
puede darle forma. Las reflexiones
sobre este género no conducen empero a ninguna definición normativa, dogmática.
Por el contrario: se muestra en qué medida la significación de
Un día en la vida de Iván
Denísovich
radica precisamente en que se desvía de la forma tradicional de la novela
corta al prescindir del rasgo distintivo del género. Nada especial sucede en el relato,
no hay ningún “suceso inaudito” (LUKÁCS, 1974, p. 16). Toda obra de arte
significativa, creía Lukács, a la vez cumple y amplía las leyes de su género (cf. LUKÁCS,
1966, p. 10), y este transgredir no obedece ninguna arbitrariedad subjetivista, sino
exclusivamente la lógica peculiar del objeto peculiar.
4. Observaciones provisorias sobre el problema de la actualidad
Las síntesis fáciles levantan sospecha en la mente exploratoria. Una toma de
posición acerca de si Lukács debería verse como un documento filosófico del pasado
o como un pensador lleno de actualidad requiere un análisis profundo de una obra
múltiplemente diversa. De manera provisoria puede empero decirse: Lukács fue,
naturalmente, un hijo de su tiempo, pero el tiempo y en especial este nuestro oscuro
instante no es de ninguna manera homogéneo; contiene en sí, como Lukács insistió
una y otra vez, diferentes posibilidades de diferentes clases y diferentes consecuencias
que reclaman, para dejar de ser mera potencia, una perspicacia experimental,
detectivesca, transgresora. “Pensar”, dijo Bloch en ocasión de Lessing, es transgredir”
y lo mejor de este tiempo es que, en su heterogeneidad, genera transgresores (cf.
BLOCH, 1983, p. 15-16).
19
A la luz de su concepción ensayística, hemos querido
18
Lo que delata la profundidad de la crítica lukácsiana al estalinismo. Jameson considera este ensayo
como “uno de los momentos de ‘alta seriedad’ en la historia del pensamiento marxista reciente” y llama
la atención al hecho de que “cuando el viejo Lukács respondió a la urgencia de apoyar la denuncia de
Soljenitsin al estalinismo, lo hizo sentándose en su escritorio y escribiendo un estudio sobre el género,
por cierto uno de sus mejores” (JAMESON, 1975, p. 160).
19
La frase en alemán
Denken ist Überschreiten
” fue vertida en la edición que tomamos como “pensar
Ensayo y método en György Lukács
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mostrar que en Lukács opera un enfoque crítico general, básico, que condiciona
significativamente sus ideas epistemológicas, éticas y estéticas y que concibe este
transgredir como una dedicación por principio sin preconceptos, proclive siempre a
la autocrítica y ajena a todo esquema sistemático al objeto mismo. De este modo, se
allana un camino para la dilucidación de la controvertida pregunta sobre su actualidad:
el descontento es ciertamente una manifestación de la subjetividad, pero quien quiera
caminar erguido, habrá de tomar distancia de la moda dominante y considerar al objeto
y su estructura objetiva como los principios rectores de la crítica. Para decirlo en el
espíritu del joven Marx: para hacer bailar a las relaciones de un mundo alienado,
perdido en sí mismo, no ha de contraponerse ninguna moral, ningún dogma, ningún a
priori. Más bien, se trata de cantarles a estas relaciones su propia melodía, con vistas
a que despierten de su sueño.
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Como citar:
CHICOTE, Francisco García. Ensayo y método en György Lukács.
Verinotio
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Ostras, v. 27, n. 2, pp. 39-57, mar. 2022.