Verinotio - Revista on-line de Filosofia e Ciências Humanas. ISSN 1981-061X. ano XV. jan./jun. 2020. v. 26. n. 1
Tomás Sufotinsky
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Aires”— y la propia búsqueda de una forma en la que encauzarse pueden
permitirnos vincularlos también a las propuestas en torno a la forma del
ensayo y su cualidad de fragmentario y no totalizante planteadas por Adorno
en “El ensayo como forma” (publicado en Notas de literatura).
En 1913 Zech publica en Berlín un volumen de 13 poemas llamado El
negro distrito. Allí presenta a la manera del Dinggedicht (poema-objeto) y –a
pesar de no rehuir al uso de recursos poéticos— con un tono eminentemente
realista, una imagen de la vida de los mineros de la industria carbonera.
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Héctor Piccoli define el Dinggedicht como
la aprehensión contemplativa de un objeto. Este “objeto” puede ser
incluso un ser vivo –animal o planta– o una obra de arte. Más que
“describir” o “representar” el objeto, el poema lo presenta, por
medio del ajustado despliegue de recursos formales, con una
patencia tal, que nos parece estar viéndolo y/u oyéndolo, es decir
captándolo por vía de la percepción sensorial directa (PICCOLI,
2010, 9-10).
Rilke, asimismo, tal vez uno de los mayores exponentes de este tipo de
poema en la lírica alemana, plantea la autonomía del objeto en el poema –lo
que él llama objetividad– de la intromisión de un Yo que lo interprete
(OVERATH, 1987). Partiendo de la observación de la pintura de Cézanne, en
la que por la cohesión cromática se sustentaría la autonomía u objetividad de
la pintura (que prescinde ya de la línea), en el poema, esta autonomía del
objeto estaría dada, como plantea Piccoli, por “el ajustado despliegue de
recursos formales”. La preocupación aquí es por la emergencia del poema
como artefacto, una “cosa” independiente, una obra cuya factura lo hace
ingresar como si fuera un objeto al mundo: revelación de aquello que se
presenta ante los sentidos. Pero esta idea no debiéramos entenderla como una
evasión del autor en términos ideológicos y un mero “esencialismo” de la obra.
El autor elige aquello del mundo a presentar en el poema (o tal vez mejor sea
decir aquello que el poema presente o que se presente en/por medio del
poema) y el poema-objeto aflora ahí gracias a su ajustado despliegue de
recursos formales, viviendo en sí, si se trata, como nosotros creemos en el caso
se Zech, de un autor realista, “la insobornable y humilde honradez estética”
con la que la obra se compromete con los asuntos humanos (LUKÁCS, 1968,
p. 226). Es decir, en la objetividad planteada por el Dinggedicht de Zech, como
veremos –así como lo plantea Rilke–, hay un Yo que, si bien está desaparecido
o escindido, no niega sin embargo su tendencia, como sí se pretenderá que
suceda con posterioridad, por ejemplo, con la fotografía de la Neue
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Zech ha sido muy esquivo respecto a sus datos biográficos llegando incluso a falsearlos, por
lo cual los datos que se tienen sobre esta etapa de su vida no son del todo confiables. Sin
embargo se sabe de su incursión como trabajador en las minas de carbón, muy probablemente
en la zona industrial del Ruhr, aunque dice haber trabajado también en minas de Bélgica y
Francia, lo cual no consta que haya sucedido realmente.