DOI 10.36638/1981-061X.2023.28.1.674  
Acerca de “Nueva literatura en Rusia” de Walter  
Benjamin (1927)  
On Walter Benjamin's "New Literature in Russia" (1927)  
Érica Brasca*  
Tomás Sufotinsky**  
Resumo: El presente texto acompaña la  
traducción de los apuntes de Walter Benjamin  
sobre la literatura de la Rusia Soviética hacia  
finales de la década de 1920. En este sentido, se  
intentará reponer el contexto de producción de  
estos apuntes con el fin de proponer una lectura  
que recorra aquellos rasgos de la incipiente  
cultura soviética que suscitaron estas  
impresiones en el pensador alemán.  
Abstract: The following text supplements the  
translation of Walter Benjamin's notes on the  
literature of Soviet Russia towards the end of  
the 1920s. In this regard, an intent will be made  
to recount the context of production of these  
notes with the purpose of offering a reading  
that traces those aspects of the incipient Soviet  
culture that caused these impressions in the  
German intellectual.  
Palavras-chave: Benjamin; literatura rusa; Unión  
Soviética.  
Keywords: Benjamin; Russian literature; Soviet  
Union.  
Entre diciembre de 1926 y febrero de 1927, Walter Benjamin visitó Moscú.  
Como señala Gershom Scholem, su estancia en la capital soviética tenía tres motivos:  
el encuentro con la actriz letona Asia Latsis, con quien había entablado una cercana y  
compleja relación; la inquietud por figurarse una imagen más acabada de la sociedad  
soviética que le permitiera definir si se afiliaba o no al Partido Comunista Alemán (KPD),  
y la tarea de escribir algunos artículos sobre la vida cultural rusa (1983, p. 206).  
Asia Latsis había estudiado teatro y trabajaba con grupos de teatro infantil  
proletario. En 1924, ella se trasladó junto con su hija Daga a la isla de Capri, donde  
conoció a Benjamin, escena que Latsis narra en sus memorias:  
Una vez fui con Daga a la tienda a comprar almendras frescas y no podía  
*
Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Rosario. Actualmente cursa el  
Doctorado en Literatura y Estudios Críticos en el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (IECH)  
con una beca de CONICET. E-mail: e.brasca.3@gmail.com.  
**  
Profesor y Licenciado en Letras por la Universidad Nacional de Rosario. Actualmente cursa el  
Doctorado en Literatura y Estudios Críticos en el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (IECH)  
con la beca doctoral de CONICET y forma parte del pool de traductores del Historisch-Kritisches  
Wörterbuch des Marxismus. E-mail: tomas.sufotinsky@gmail.com.  
ISSN 1981-061X, v. 28.1, “30 anos de O futuro ausente- 2º. sem. 2022/1º. sem. 2023  
Verinotio  
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Acerca de “Nueva literatura en Rusia” de Walter Benjamin (1927)  
recordar cómo se decía en italiano. Yo señalaba con el dedo, pero el dueño  
de la tienda me ofrecía naranjas, limones. Un señor que estaba ahí al lado de  
repente dijo en alemán:  
Disculpe, ¿puedo ayudarle?  
Por favor.  
Y le explicó al vendedor mi petición.  
Compré varios paquetes y el desconocido no se alejaba. Tenía el cabello muy  
frondoso y oscuro, los gruesos cristales de sus anteojos de marco dorado  
brillaban en cada movimiento con los rayos del sol.  
Permítame presentarme. Doctor Walter Benjamin.  
Le dije mi nombre, y él se ofreció a llevar los paquetes a casa, pero de  
inmediato se cayeron de sus manos. Ambos nos reímos.  
Benjamin se veía elegante, llevaba costosos pantalones a rayas.  
“Seguramente de los burgueses más ricos”, decidí. Íbamos caminando y  
conversando animadamente. Resultó ser un literato, filósofo y traductor, que  
vino a Capri para terminar su tesis “El nacimiento de la tragedia alemana del  
siglo XVII” [Origen del Trauerspiel alemán]. (ЛАЦИС, 1984, p.83 [La  
traducción es nuestra])  
A partir de entonces, Benjamin la visitaba con frecuencia y fue forjando  
paulatinamente un vínculo con Latsis, signado por discusiones en torno al materialismo  
dialéctico. Latsis señala que en ese momento “Walter no estaba familiarizado con la  
estética materialista. Él sólo leía a D. Lukacs [Georg Lukacs]” (ЛАЦИС, 1984, p.86), y  
de allí que ella insistiera en que leer al filósofo húngaro no bastaba si no se imbuía en  
la práctica de transformación de la sociedad.  
Hacia 1926, Latsis se instaló en Moscú, con su hija y Bernhard Reich1, e invitó  
a Benjamin a visitar la ciudad. La visita se concretó durante un agitado invierno  
moscovita:  
¡Es como si hubiera volado a otro planeta!, decía Walter. Estaba  
emocionado por el ritmo frenético en el que vivía Moscú en esos años:  
se llevaban a cabo innumerables conferencias, debates, discusiones  
acaloradas y se realizaron espectáculos inusuales. Reich visitó con él  
una conferencia de escritores, donde habló Andrei Bieli. Bernhard le  
tradujo el discurso del orador, Walter estaba encantado. (ЛАЦИС,  
1984, p.118)  
Como señala Latsis, el clima polémico en ese momento en Moscú teñía todas  
las esferas de la vida. En efecto, en Rusia, durante la década de 1920, se llevaron a  
cabo transformaciones radicales en materia económica, política, social y cultural  
postuladas ya en las premisas de la Revolución Rusa de 1917. No obstante, luego del  
comunismo de guerra, se instauró una serie de medidas conocida como Nueva Política  
1 Bernhard Reich, la pareja de Latsis, fue director, crítico y teórico teatral, que trabajó en la URSS desde  
1925.  
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Económica (NEP), iniciada en 1921 y que se extendió hasta la implementación del  
primer plan quinquenal, en 1928. Esas medidas político-económicas de la NEP  
atañeron, principalmente, al sector agrícola, pero propiciaron polémicas en todos los  
sectores sociales, ya que significaban una apertura al mercado que, para algunos, era  
incompatible con la construcción del socialismo. Durante el periodo de la NEP, los  
dirigentes bolcheviques se propusieron, en primer lugar, reconstruir el territorio y  
restablecer la economía, aspectos que, a causa de las guerras, se vieron  
profundamente devastados. En segundo lugar, debían fortalecer los logros  
revolucionarios y consolidar el nuevo Estado.  
En lo concerniente al campo cultural y educativo, la NEP implicó, también, una  
reactivación económica que conllevó la reapertura de editoriales y publicaciones  
periódicas. Asimismo, como señala Marc Slonim: “(…) la crítica y la investigación,  
principalmente guiadas por eruditos formalistas, se reiniciaron con gran intensidad; el  
número de libros publicados creció constantemente; la expansión de la lectura y la  
escritura amplió los públicos lectores” (SLONIM, 1962, p.186).  
No obstante, cabe añadir que la ampliación del público lector estuvo ligada a  
la campaña de alfabetización masiva impulsada por el Estado. Frente a los altos índices  
de analfabetismo en Rusia, en diciembre de 1919, el gobierno emitió el decreto “Sobre  
la eliminación del analfabetismo entre la población de la RSFSR”, en el que se declaraba  
la obligatoriedad de la enseñanza de la lectura y escritura. El programa, que estaba  
dirigido a ciudadanos de 8 a 50 años de edad, fijó el décimo aniversario de la  
Revolución de Octubre como fecha límite para la erradicación del analfabetismo  
(ВОЛОШИНА, 2017). La campaña de alfabetización estuvo acompañada por políticas  
educativas que abarcaron desde la reforma ortográfica del alfabeto cirílico ruso en  
1918 hasta la creación de escuelas, manuales de texto y propagandas de promoción  
del programa.  
En cuanto al arte, en general, esta década estuvo signada por la proliferación  
de asociaciones y grupos artísticos que se enfrentaban en debates en torno a cómo  
debía ser “el arte nuevo de la vida nueva”. A la vieja dicotomía de forma-contenido, se  
agregaba su relación con la tradición y con el nuevo público lector, así como también  
se desarrollaron debates sobre la técnica y nuevas materialidades. En particular, se  
destacaron las polémicas entre los grupos de vanguardia como por ejemplo el Frente  
de Izquierdas de las Artes (LEF), que nucleaba figuras como las de Vladímir Maiakovski,  
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Serguei Tretiakov, Aleksandr Rodchenko, entre otrasy los grupos de escritores  
proletarios.  
En su programa, LEF acusa a los escritores proletarios de creer que “el espíritu  
revolucionario se agotaba con un contenido de propaganda y en el campo de la forma  
siguieron siendo unos completos reaccionarios” mientras que ellos, los vanguardistas,  
pusieron sus habilidades al servicio del “trabajo artístico de agitación requerido por la  
revolución” (ЛЕФ №1, 1923, p.4 [Nuestra traducción]).  
Por su parte, los escritores proletarios tachaban a los vanguardistas de  
formalistas y les achacaban la producción de un arte poco comprensible para las masas  
recientemente alfabetizadas. No obstante, sus propuestas artísticas en ocasiones  
estaban más cercanas a los procedimientos vanguardistas y, en otros casos, más  
apegados a los tratamientos tradicionales de las obras clásicas.  
Los grupos de escritores y artistas proletarios estaban lejos de conformar un  
bloque unido y homogéneo. El recorrido del debate sobre la cultura proletaria se había  
iniciado entre los intelectuales rusos antes de que se consumara la Revolución. En  
1917 se creó la organización de cultura proletaria Proletkult, de la que surgió el grupo  
literario Kuznitsa. En oposición a Kuznitsa, se fundó el grupo Oktiabr, más alineado  
con las políticas partidarias comunistas. Al poco tiempo se unieron en la VAPP, la  
Asociación Panrusa de Escritores Proletarios, que contenía varias organizaciones,  
todas ellas disueltas por el decreto “Sobre la reestructuración de las organizaciones  
literarias y artísticas” emitido por el Comité Central del PCUS en abril de 1932, que  
luego devino en la implementación del realismo socialista como método del arte en la  
Unión Soviética.  
Ambas corrientes la de vanguardia y la proletariase habían originado en el  
contexto prerrevolucionario, por lo que, luego de los acontecimientos de 1917, las  
formulaciones entraron en tensión generando más tendencias y fracciones diversas.  
Sin embargo, hacia fines de la década de 1920 adquirió fuerza, especialmente entre  
los escritores proletarios, “la idea de un arte representativo, comunista por el  
contenido y realista en la forma, que reflejara los problemas del trabajo, la producción  
industrial y la competencia socialista” (SLONIM, 1962, p.194).  
Tras la muerte de Vladímir Lenin, en 1924, Aleksei Rikov tomó el cargo de  
Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo. Al interior del Partido se agudizaron  
las disputas, que alcanzaron el terreno del arte. Ejemplo de esto fueron las polémicas  
entre la línea de Liev Trotski y la de Nikolai Bujarin en el seno del Partido, que  
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encontraron en el suicidio del poeta Serguei Esenin una arena de discusión acerca del  
ánimo de la juventud2. A propósito de la muerte de Esenin en diciembre de 1925,  
Trotski escribió “En memoria de Serguei Esenin” publicada en el periódico Pravda, el  
19 de enero de 1926. A comienzos de 1927 se publicó, primero en Pravda y luego  
como folleto, bajo el título “Notas malvadas”, la nota de Bujarin, de la que se extrae la  
cita a la que refiere Benjamin en “Nueva literatura en Rusia”.  
Durante su estancia en Moscú, el pensador alemán llevó un diario en el que  
detalla sus actividades, las compras de juguetes a causa de su “manía coleccionista”  
(BENJAMIN, 2019, p.65), sus visitas, sus percepciones de la ciudad y, especialmente,  
un registro de los encuentros y desencuentros con Asia Latsis, quien no solo es un  
personaje protagónico del Diario de Moscú sino que escribe para ella “Programa de  
un teatro infantil proletario” y es a quien está dedicado Calle de sentido único (1928).  
El Diario y el ensayo “Moscú”, a cuya escritura estaba previamente  
comprometido con Martin Buber para su publicación en la revista Die Kreatur3  
(SCHOLEM, 1983, p.206), fueron producciones de este viaje, junto a una serie de notas  
y artículos que escribió sobre la cultura soviética, en 1927, y que conforman un corpus  
al que pertenece “Nueva literatura en Rusia”. A este grupo de breves textos o  
“exposiciones” redactadas por Benjamin también pertenecen “La agrupación política  
de los escritores rusos”, “Sobre el estado del cine ruso” y “Disputa de Meyerhold”,  
entre otros4.  
El particular tono de la escritura de “Nueva literatura en Rusia” es el de quien  
hace anotaciones de lo que escucha en un cuaderno de viajes y luego intenta poner  
estas notas en orden. Y es que de anotaciones se tratan:  
El ensayo [“Moscú”] debió apoyarse –de manera similar a los impresos  
a continuación, Acerca de la situación del cine ruso y Nueva literatura  
en Rusiaesencialmente en informaciones orales que reunió Benjamin  
durante su estadía en Moscú del 6 de diciembre de 1926 al 1 de  
febrero de 1927. (GS. II, 1485 [La traducción es nuestra.])  
En “Nueva literatura en Rusia”, Benjamin se propone exponer la situación  
2 Sobre la preocupación acerca de Esenin y el “Eseninismo” véase el debate de la Academia Comunista,  
3
Apareció luego publicado en Denkbilder, grupo de textos seleccionados a partir de la edición de  
Adorno de los Escritos de Benjamin de 1955.  
4 Además de este conjunto de textos con “tema ruso” de estos años, cabe mencionar que Benjamin ya  
había escrito, en 1917, el ensayo “El idiota de Dostoievski”, publicado en 1921 en la revista  
Argonauten. Por otra parte, se supone que colaboraría con un artículo sobre Goethe para la Gran  
Enciclopedia Soviética (GES) que finalmente fue rechazado (Lunacharski, 1929).  
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literaria de la Unión Soviética al momento de su viaje. Se trata de un momento en el  
que se impone la necesidad del Estado de producir una nueva escritura acorde a un  
periodo de la Revolución en que hay que, a la vez que alfabetizar a millones de  
personas, generar un capital simbólico consecuente con la necesidad de crear una  
nueva identidad del pueblo ruso. Frente a este panorama es que Benjamin se plantea  
el problema literario acerca de si, como indica la tradición de los estudios literarios,  
puede comprenderse, para este caso, la nueva etapa a partir de las anteriores, o si es  
que esta nueva situación pide ser comprendida de otra manera, más novedosa y en  
consonancia con las necesidades urgentes de su contexto, que con la literatura que la  
precede (de obras “abruptamente aisladas como monumentos del pasado”). Se trata,  
en este sentido, de una cuestión de vanguardia, de ruptura con la tradición y propuesta  
de una novedad artística total. Por otra parte, se plantea el problema de si esta  
necesidad de una nueva literatura didáctica y catártica ha producido resultados  
literarios que surten el efecto buscado, frente o en oposicióna la tradición  
(Dostoievski, Turgueniev, Tolstoi, etc.), es decir, la destituyen de su sitio preferencial  
en la elección de los lectores.  
Con respecto a la posibilidad de una literatura didáctica, como mencionamos  
unas líneas más arriba, Benjamin se refiere a una literatura concebida en función de  
los nuevos lectores que deben ser alfabetizados (se trata de un “mandato” de Lenin)  
y que no precisan “refinamientos”, “formulaciones” ni “variaciones”, sino “repeticiones”  
e “informes cautivantes”. Se trata de una alfabetización no solo en términos educativos  
sino también políticos, ya que para el gobierno implicaba brindar la oportunidad de  
participar conscientemente en la vida política, y que integraran las tareas de  
transformación propuestas (ВОЛОШИНА, 2017). En este sentido, la alfabetización  
resultaba un medio en el camino de construcción del socialismo.  
Luego de repasar numerosos nombres del panorama literario de Rusia,  
Benjamin añade aún una función catártica de la literatura, necesaria para el  
procesamiento del enorme caudal de experiencias acumuladas en la última década:  
La literatura rusa actual cumple la tarea fisiológica, se puede decir, de  
liberar el cuerpo del pueblo de esta sobrecarga de materiales, de  
vivencias, de fortunas. La escritura de Rusia en este momento es, vista  
desde aquí, un enorme proceso de excreción. La canonización de la  
tendencia tiene esta importancia no solo política, sino también  
higiénica, curativa, de que los hombres, que están llenos como una  
esponja de su propio sufrimiento, pueden estar en comunión entre sí  
solo en la línea de fuga de una tendencia, en la perspectiva del  
comunismo.  
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La analogía fisiológica acompaña a la interpretación de su lectura en términos  
de “catarsis”, si consideramos que el término  
tiene su origen en el gr. κάθαρσις, de καθαίρω (lavar, enjuagar;  
liberar, expiar). (…) El equivalente en lat. es purgatio (purificación,  
justificación; de purus emparentado con πῦς, fuegopuro, repelente,  
por así decirlo, de pus, pus), de ahí pues purgatorium (purgatorio) con  
el complementario purgamentum, gr. κάθαρμα, para lo que se purga  
mediante su expulsión.  
Asimismo continúa Peter Thomas en Historisch-kritisches Wörterbuch des  
Marxismus planteando que “al igual que para todas las ‘categorías importantes de la  
estética’, vale para la catarsis el hecho de que ‘su origen primario está en la vida, no  
en el arte, al que ha llegado desde aquélla’ (LUKÁCS, E II, 500)”. Es decir, desde la  
“línea de fuga de una tendencia, en la perspectiva del comunismo”, a la que refiere  
Benjamin en su texto, la literatura (o bien, el arte) tiene la tarea de purgar este cúmulo  
experiencial de Rusia como un “rito de integración social” (Thomas, HKWM [La  
traducción es nuestra.]).  
Es a partir del planteo de estas cuestiones literarias (y, por cierto, sin  
resolverlas) que Benjamin expone, según logra enterarse, el “mapa de coordenadas”  
de la nueva literatura rusa. Para configurar este panorama, debió recolectar relatos y  
opiniones de aquellas personas con quienes podía hablar en alemán en Moscú, a veces  
sin éxito, como describe en el Diario:  
Schick viene de una familia muy adinerada, estudió en Múnich, Berlín  
y París y sirvió en la Guardia rusa (…) Durante el té intenté sonsacarle  
información sobre la nueva literatura rusa. Fue un pedido en vano. No  
va más allá de Briusov (BENJAMIN, 2019, p.154).  
Finalmente, para trazar su mapa obtiene material de parte del escritor y  
dramaturgo húngaro, Béla Illés, que vivió en la Unión Soviética desde 1923: “Fue muy  
productivo, tal y como esperaba; me resultó muy interesante el bosquejo que me  
ofreció de los grupos literarios contemporáneos en Rusia en función de la orientación  
política de los distintos autores” (BENJAMIN, 2019, p.166).  
Llama la atención del lector, sin embargo, el hecho de que Benjamin se refiera  
a este carácter fisiológico de la literatura rusa, un medio para purgar el cúmulo  
experiencial de los últimos diez años (de 1917 a 1927), como algo que “Ningún  
europeo puede juzgar”. ¿Acaso en Europa, o particularmente en Alemania y el ámbito  
de habla alemana, no se había acopiado un cúmulo “de materiales, de vivencias, de  
fortunas” desde el fin de la Primera Guerra Mundial? Si no tan radical o intensamente  
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como en el caso de Rusia, se vivieron en Alemania en los últimos años, sin embargo,  
una serie de sucesos transformadores determinantes: la fundación, por primera vez en  
la historia, de una república democrática, atravesada desde sus comienzos por intentos  
de desestabilización y afectada por una gran crisis política y económica; la más  
importante experiencia de las izquierdas alemanas, el Levantamiento Espartaquista, en  
1919, que, a pesar de su derrota, reformuló el panorama de la izquierda y la  
reposicionó en el nuevo sistema parlamentario a partir de la creación del Partido  
Comunista Alemán (KPD). Entretanto, comenzaban a adquirir más fuerza los  
movimientos de ultraderecha. Esta polarización de fuerzas políticas, que pujaban tanto  
en las calles como en las elecciones por la representación parlamentaria, marcó  
fuertemente el medio literario e intelectual en general de esta década. El panorama se  
completa además, con un gran proceso inflacionario, una serie de huelgas y  
levantamientos obreros y una pérdida de confianza en la idea de una república que  
era vista como algo cada vez más inviable, “una república sin republicanos”.  
En cuanto a la literatura, para hacerse una idea acaso tanto a sí mismo como  
al “lector alemán”– de quién es quién en el panorama literario de la Unión Soviética,  
Benjamin necesita hacer una comparación con figuras de la literatura en lengua  
alemana ya consolidadas y, de algún modo, paradigmáticas: a los constructivistas los  
compara con August Stramm, muerto en batalla doce años antes, durante la Guerra,  
representante de la mayor experimentación con la lengua y la sintaxis poéticas en el  
expresionismo; y a Briusov, “creador del simbolismo ruso”, con Stefan George, quien  
estaba ya cursando los últimos años de su vida, representante del simbolismo y del  
art pour l’art. Sin embargo, toda la literatura perteneciente al periodo de la República  
de Weimar muestra el complejo entramado del panorama alemán y parece ser también  
sintomática de un cúmulo de vivencias acopiadas. Excediendo la literatura, la “cultura  
de Weimar”, abarca desde el teatro y la nueva escena del cabaret hasta la arquitectura  
de la escuela Bauhaus y a la fotografía de la Nueva Objetividad. Se trata de un  
momento denso, complejo y poco homogéneo en el que conviven manifestaciones  
ideológicas disímiles e incluso antitéticas. No obstante, una característica que pareciera  
atravesar a gran parte de la literatura es una crítica al pensamiento burgués, entendido  
en un sentido más bien amplio, asociada al uso de la ironía y hasta la burla directa, en  
las expresiones del ámbito del cabaret. Además, un buen número de obras de esta  
época posee, por ejemplo, pequeños héroes” o “antihéroes” –Pequeño hombre, ¿y  
ahora qué?, de Hans Falladaque evidencian, incluso, un descenso de la capa media  
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de la sociedad burguesa: La muerte del pequeño burgués, de Franz Werfel. La poesía  
se vuelca, de la abstracción expresionista, muchas veces, a la concreción y la ironía, al  
poema satírico y político de cabaret (Tucholsky), o al netamente político (Brecht).  
A pesar de proponer que esta nueva literatura del periodo de Weimar no  
resuelve “los viejos problemas espirituales y teóricos” de la literatura alemana, Lukacs  
(1971) plantea que  
Las tendencias oficiales predominantes de la ‘nueva realidad  
concreta’5 () están determinadas tanto en el contenido como en el  
estilo por ese tipo de atmósfera depresiva. La fatiga y la incredulidad,  
el abandono de los esfuerzos por ejercer influencia en un mundo  
desprovisto de espíritu y de sentido pretenden refugiarse en la ironía  
para crear una imagen de superioridad espiritual (p.173).  
Incluso a semejanza de las palabras de Benjamin antes citadas, Lukacs refiere a  
un sector obrero de esta literatura, cuya producción “está determinada sobre todo por  
el ‘estilo informativo’ de la ‘nueva concreción de la realidad’” (p.173s. [Las cursivas  
son nuestras.]). Si bien Lukacs hace una estimación de la literatura de Weimar que no  
es, en general, valorativa, sí rescata una de las obras más importantes de esos años:  
La montaña mágica, de Thomas Mann (1924), una novela de época, situada en los  
momentos inmediatamente previos a la Primera Guerra, donde se pone a la luz las dos  
fuerzas en pugna durante esos años: “su contenido esencial es la lucha entre la  
ideología democrática y la fascista por adueñarse del alma de un alemán honesto y  
común. Por primera vez (…) aparece en la literatura alemana la ideología democrática  
en actitud combatiente” (p.172). La apreciación de Lukacs suena, si bien certera,  
seguramente reducida a los aspectos de su interés para la lectura que hace de la novela  
en función de su desarrollo teórico en torno al realismo. Consideramos que, además  
del aspecto mencionado por Lukacs, la obra efectúa una profunda reflexión acerca de  
la enfermedad, en sus aspectos más morales que biológicos y, por extensión, una  
elaboración de la “enfermedad” de la época (los años inmediatamente previos a la  
Primera Guerra); y, en conjunto con la apreciación lukacsiana y por efecto de  
distanciamiento temporal, también una acusación de las causas de las condiciones  
del momento.  
5
En el original dice Lukacs “Neue Sachlichkeit”: habitualmente traducido como “nueva objetividad”,  
término que surgió en el ámbito de las artes pictóricas y se extendió luego como denominación de todo  
el arte en general del periodo.  
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Además de estas expresiones literarias, cabe mencionar una proliferación de  
revistas y editoriales que atienden a las exigencias de la época, como es el caso de  
i106 donde Benjamin publica el texto que aquí presentamosque, si bien es publicada  
en Ámsterdam, tiene una extensa participación de escritores alemanes. Asimismo, la  
revista cultural judeo-alemana Die Kreatur, dirigida por Martin Buber entre 1926 y  
1928, conformó también la arena de discusiones estético-ideológicas del breve tiempo  
de su publicación. Y es necesario nombrar también la editorial, referida por Benjamin,  
Verlag für Literatur und Politik [Editorial para la literatura y política], fundada en 1924  
en Viena por miembros del Partido Comunista Austríaco con el fin de publicar textos  
conmemorativos de la muerte de Lenin. Posteriormente, el catálogo de la editorial se  
expandió abarcando desde traducciones de la literatura rusa contemporánea, hasta  
textos programáticos y teóricos de izquierda (Marx y Engels, Trotski, Bujarin, Stalin,  
etc.) pasando por publicaciones de Frida Rubiner, la corresponsal del periódico Rote  
Fahne [Bandera roja], fundado en Berlín por Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht.  
Lo que sucintamente hemos mencionado, a lo que podemos añadir una  
profusión de novelas de guerra, el surgimiento de una literatura proletaria y el teatro  
brechtiano para la toma de conciencia de las masas obreras, entendemos, justifica  
pensar en la literatura del periodo de Weimar tanto la que entra dentro de la llamada  
Nueva Objetividad como la que no, tanto la reaccionaria como la progresistasi no  
como, en términos fisiológicos, una purga o una excreción, sí como un síntoma de esta  
acumulación “de materiales, de vivencias, de fortunas”.  
Unos párrafos más arriba nos referimos a lo llamativo de la frase de Benjamin  
acerca de la imposibilidad de los europeos para “juzgar” el estado actual de la  
literatura rusa en relación a las experiencias acumuladas en los últimos diez años;  
frente a ello, hemos considerado que, aun con todas las diferencias evidentes,  
particularmente en Alemania, el cúmulo de experiencias vividas en el mismo periodo  
podría corresponderse también con la proliferación de una literatura y un medio  
literario que surgen fuertemente motivados por el contexto y que funcionan como un  
escenario de discusión. Puede pensarse, finalmente, en una razón de esta fijación por  
la nueva literatura rusa, y es que, frente a la literatura alemana del periodo de Weimar,  
su visión se vuelve sobre un medio literario que ocupa un rol intelectual capital y  
6 Benjamin colaboró con artículos y reseñas en otros números de Internationale revue i 10.  
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articulado o al menos en vías de articulaciónen un sistema sociopolítico más  
abarcador. En este sentido, esta literatura posrevolucionaria rusa, como hecho literario,  
pareciera significar, para Benjamin, la posibilidad de una experiencia transformadora  
de la Modernidad.  
Por último, debemos nuevamente enmarcar esta serie de exposiciones en la  
evaluación de su posible afiliación al Partido Comunista, sopesando los diversos  
aspectos positivos de formar parte de este aparato político e intelectual contenedor –  
en sus palabras el gran privilegio de poder proyectar los pensamientos propios en  
algo así como un campo de fuerzas previamente establecido” (BENJAMIN, 2019,  
p.117)– y la pérdida de “la independencia privada” que ello podría conllevar pues:  
en Rusia el escritor libre está en estado de extinción, () el amplio  
promedio de quienes escriben está, de una u otra forma, unido al  
aparato estatal y está controlado por él como funcionario público o  
de alguna otra forma.  
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A. V. “A la redacción de la GES. Carta 1. 29 de marzo de 1929”] Disponible en:  
7 Todos los enlaces fueron consultados el 11/11/2022.  
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ISSN 1981- 061X v. 28, n. 1, pp. 342-353 - 2º. sem. 2022/1º. sem. 2023  
nova fase  
Acerca de “Nueva literatura en Rusia” de Walter Benjamin (1927)  
НИКОЛЮКИН А. Н. (сост.) Литературная энциклопедия терминов и понятий.  
Москва: НПК «Интелвак», 2001. [NIKOLIUKIN, A. N. (comp.) Enciclopedia Literaria  
de términos y conceptos. Moscú: NPK «Intelvak», 2001.]  
Como citar:  
BRASCA, Érica; SUFOTINSKY, Tomás. Acerca de “Nueva literatura en Rusia” de Walter  
Benjamin (1927). Verinotio, Rio das Ostras, v. 28, n. 1, pp. 342-353, Edição  
Especial, 2022/2023.  
Verinotio  
ISSN 1981- 061X v. 28, n. 1, pp. 342-353 - 2º. sem. 2022/1º. sem. 2023| 353  
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